- Resistente al impacto: la estructura interna del vidrio templado hace que soporte los golpes directos como no puede hacerlo el vidrio corriente.
- Resistente a la flexión: el vidrio corriente tiene una resistencia a la flexión de 400 kp/cm2. El vidrio templado aumenta esa resistencia entre 4 y 5 veces, hasta un máximo de 2000 kp/cm2. Esto quiere decir que no sólo soporta mejor el punto de impacto directo, sino toda la fuerza que lleve detrás ese impacto, y que afecta a todo el vidrio.
- Resistente al choque térmico: cuando hay mucha diferencia de temperatura entre una cara del vidrio y otra, el vidrio se rompe. Es lo que llamamos choque térmico, y casi todos lo hemos vivido en casa: cuando por ejemplo tomas una bebida muy caliente, y justo después pones el vaso bajo el chorro de agua fría. ¡Rotura y cortes asegurados! Eso es porque el choque térmico que soporta el vidrio corriente es de tan solo 60 ˚ Esto es un riesgo inaceptable en el cristal de la terraza de un restaurante, o del balcón de tu casa. La resistencia al choque térmico del vidrio templado llega a los 240 ˚C. Esto contribuye además a convertirlo en un excelente aislante térmico.
Por todo lo que estamos diciendo, ya ves que estos vidrios están hechos para durar. Por este motivo, el corte y la forma deben quedar definidas en la primera fabricación, antes del templado: si lo hiciéramos después, se rompería.
Y eso nos lleva al último punto que queremos destacar de estos vidrios: que son vidrios de seguridad, que incluso cuando se rompen no suponen un peligro.
Cuando oyes “vidrios rotos” siempre piensas en peligrosos y afilados fragmentos. Pero la estructura interna del vidrio templado con esta técnica provoca que al romperse, lo haga en fragmentos diminutos e inofensivos, sin aristas cortantes.
Por esto se consideran vidrios de seguridad.